El pensamiento post Industrial, que se desarrolló a partir del siglo XIX, estuvo marcado por un cambio significativo en la filosofía y la ciencia debido a los avances tecnológicos y sociales que se produjeron tras la Revolución Industrial. En la filosofía, se destacó el surgimiento del positivismo, que abogaba por la aplicación del método científico en todas las áreas del conocimiento, buscando la objetividad y el estudio de lo observable y comprobable. La ciencia experimentó rápidos avances en física, biología y medicina, como la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría de la evolución de Darwin. Se mantuvo una postura crítica y racionalista en la ciencia, impulsando investigaciones que transformaron radicalmente la sociedad moderna.

Este pensamiento también trajo consigo debates y reflexiones sobre la relación entre la ciencia y la ética, así como sobre las implicaciones sociales y medioambientales del progreso científico y tecnológico; filósofos y pensadores cuestionaron los efectos del crecimiento industrial sin restricciones y se preocuparon por los impactos negativos en el medio ambiente y la calidad de vida humana. También surgieron debates sobre la ética en la investigación científica y el uso responsable de los avances tecnológicos. La interacción entre la filosofía y la ciencia se hizo más evidente en esta época, con el surgimiento de la filosofía de la ciencia y la reflexión sobre los fundamentos, los métodos y las implicaciones sociales de la investigación científica.